lunes, 19 de septiembre de 2016

Carta de una madre tras escuchar una grabación en la que habíamos conectado con su hijo.

Esta carta me la acaba de hacer llegar una madre, cuyo hijo se fue a la eternidad hace unos meses. Ella me envió la foto de su hijo y yo la hice llegar hasta una de las personas que me ayudan en las experiencias que llamamos El vuelo de la mariposa. En la siguiente reunión a la llegada de la foto nos pusimos en contacto con él y resulta que venía con el pelo bastante largo y además se observó que era un chaval muy responsable y evolucionado espiritualmente. Después que la madre escuchó la grabación de aquel “vuelo”, me ha enviado esta carta: Hola José Luis, soy .... Acabo de escuchar el vuelo, Dios mío qué alegría, gracias, gracias, mil veces gracias. A mi hijo le gustaba el pelo largo (tal como vino en el vuelo de la mariposa). En la foto que tienes le está empezando a salir el pelo después del último ciclo de quimio, le preocupaba no tener pelo pero después de tanto tiempo se acabo conformando. Un día (tras su paso a la eternidad) le pregunté (mentalmente) si ya tenía el pelo largo y me dijo que sí. Mi hijo da la sensación de tímido pero no lo es, es prudente no hace nunca ningún juicio de nada ni de nadie. A mí me ha enseñado a no juzgar jamás. Es cierto que es muy responsable y con muchas inquietudes intelectuales, es un gran estudiante no sólo por sacar buenas notas sino por el deseo de aprender. En mayo del 2010 cuando nos dijeron que se acabaron las opciones para él empezó a prepararse espiritualmente para dar el paso, gracias a eso yo pude encontrarte a ti y todo lo que significas. En el grupo de duelo conocí a ...., En la última reunión del grupo dijo algo que yo capté y después lo llame a su casa entonces descubrí que os conocéis. Nada en la vida ocurre por casualidad y todo me lo prepara mi hijo. Un gran abrazo para ti y Ana Mari.

Carta de una madre que había experienciado el vuelo, guiada por otra madre de Burgos.

Saludos Jose Luis: Quiero darte las gracias por lo que ha sucedido ya que tú has sido la causa inicial de ello y en consecuencia de la paz que ahora tiene mi corazón. Contacté con Montse de Burgos y el pasado 1 de mayo hice el vuelo con ella. Además se desplazaron para conocernos Nines de Valladolid, con la que había hablado por teléfono, e Irene de Burgos. La verdad es que yo no iba muy esperanzada en conseguirlo, pero sucedió el milagro.... Tuve en mis brazos a mi hija de nuevo, la vi sonreír, la vi contenta...No puedo describirte mis sentimientos, la emoción tan profunda que sentí... Bien es cierto que no acababa de creerme lo que había sucedido y no hacía más que darle vueltas, que si me lo habré imaginado, que si ha sido una sugestión, .. que sé yo, buscaba explicaciones a lo inexplicable y tuvo que ser Javier, mi marido, el que me "convenció" de su realismo -él asistió al vuelo-. Además yo me había imaginado la experiencia de otra forma, pensaba que iba a ver a Celia tal y como la veía en su habitación..., y ha sido tan distinto, tan irreal, tan mágico, ..., no sé cual es la palabra... La verdad es que ya he dejado de darle vueltas y lo único que siento desde ayer (el día del vuelo estaba agotada física y mentalmente, además de muy nerviosa...) es una sensación de profunda paz. Ni siquiera ahora que lo he vivido (y que pienso repetir) sabría describir como es la experiencia, creo que no hay ninguna palabra de este plano que pueda describirlo.... Pero muchísimas gracias, de corazón, por haberme permitido vivir lo que he vivido (o soñado, da igual...) y por ponerme en contacto con personas tan extraordinarias y cariñosas como Montse, Nines, Irene o Rosa de Salamanca. Esto te hace pensar que incluso en esta orilla de la vida que nos ha tocado vivir hay cosas buenas y sobre todo gente especial, que ha sabido descubrir en su desgracia un sentido a su vida. Gracias. Sigo teniendo muchísimas preguntas y dudas que trasladarte, pero por ahora prefiero disfrutar sin más de lo vivido. Gracias de nuevo. Un abrazo.

domingo, 7 de agosto de 2016

VIDA DESPUES DE LA VIDA, señales del mas allá

EN LA DESPEDIDA DEL CUERPO DE ROBERTO Roberto (31 años) es el segundo hijo que se nos ha adelantado en el paso. Elena (12 años), su hermana pequeña, se marchó ocho años antes. Paso a contarles los hechos que explican las imágenes que están viendo. 26 de junio del 2008. Me llaman al móvil. Es Ana Mari. Dice que “¡Roberto esta muerto!”. -Pero, ¡cómo se va a haber muerto Roberto! -¡Sí, no respira y esta morado! Salgo a buscar un taxi y media hora mas tarde estoy delante de su cadáver. Esta frío. Roberto no esta ahí, pero si, es su cuerpo. ¿Como ha podido ser? Roberto es un chico joven lleno de salud. Nunca ha trasnochado. Con treinta y un años, nunca ha ingerido alcohol ni ha consumido tabaco. Es un chico muy dependiente de nosotros, mentalmente es como si tuviera quince años. Muerte súbita producida por un edema cerebral y pulmonar. Se ha ido dormido, no se ha enterado de nada y, como horas más tarde nos informó su hermana Elena desde la otra dimensión, aún no sabía que se había reunido con ella, de tal manera que se creía en su cama soñando con su hermana como tantas otras veces. Y tanto es así que Elena nos advierte que aún no esta preparado para saber lo que le ha ocurrido realmente y que por lo tanto no está preparado para hablar con nosotros. No confirma que está tranquilo y nos dice que en unos días ya podremos charlar con el. Estoy muy acelerado. Mi mente y mi corazón saben que no está muerto: la muerte es la gran mentira de la vida. Lo sé, llevo más de siete años comunicándome con personas que abandonan este mundo. Pero psicológicamente tengo que organizar mi mente para asumir la novedad y reajustar la manera en la que a partir a de ahora habremos de relacionarnos con nuestro hijo. Ana Mari esta destrozada. Ahora sí que nos hemos quedado libres para irnos sin pesar cuando llegue nuestro momento. Rubén, el chico mayor, tiene su vida enfocada y preparación suficiente para caminar por este mundo. Se llevan su cuerpo al Instituto Anatómico Forense. Ahí estará hasta mañana, después podremos disponer de él un día más hasta darle sepultura. ¿Cómo me siento? No lo sé; ¿se puede estar triste pero sin pena? Sé que él no ha perdido nada con el cambio en su vida. Sé que ahora comienza una nueva etapa de su desarrollo consciencial. Sé que ahora podrá hacer realidad sus mejores sueños y que cientos de personas le habrán recibido entre abrazos y risas. Y, lo que es mejor de todo, por fin habrá podido mirarse en los ojos de Jesús. No lo creo, lo sé. Y eso nos tiene que satisfacer lo suficiente como para volver a aceptar otra vez la marcha de un hijo. El camino es difícil, pero ellos –desde su Nueva Vida- enviarán amoroso polvo de estrellas que bañarán nuestro Corazón, y lo vamos a conseguir. Queremos rendir un homenaje a Roberto y a todos nuestros Amigos del Azul. Desde aquí, desde La Tierra, queremos participar de la Alegría que corre el Cielo y para ello compré globos y una bombona de helio. La mañana del entierro, un par de horas antes de dar sepultura a su cuerpo, hicimos una cadena e inflamos casi doscientos globos, hasta que el helio se acabó Uno inflaba, otro hacia un nudo con el mismo globo, otros ataban un hilito al globo para poder agarrarlo y, en a continuación, las personas que estábamos presentes escribimos en todos los globos dedicatorias para nuestros seres queridos habitantes del Azul. Quince minutos antes de salir hacia el cementerio, el techo de la sala estaba parcialmente cubierto de globos. De pronto, uno de ellos empezó a descender hasta situarse a un metro del suelo. Tiene un nombre –como todos los demás. El nombre que lleva escrito es Elena. Es el globo que hemos dedicado a nuestra hija. El globo se empieza a mover de derecha a izquierda, deteniéndose unos momentos delante de cada una de las personas que están sentadas. Estamos todos atentos y sorprendidos. Va moviéndose de una persona a otra, como alentado por la voluntad de alguien que no vemos. Cuando llega frente a Rubén (mi otro hijo) se detiene mucho más tiempo –como prolongando “el mensaje” para su hermano. Después sigue su camino hacia la puerta de salida, no sin antes detenerse en un rincón, como si quisiera posar para dirigir su atención Le estamos grabando y haciendo fotos. El globo parece que está posando para ello. Cuando empieza a salir por la puerta, lo volvemos a situar en el mismo lugar en el que se descolgó y otra vez vuelve a hacer el mismo recorrido, de la misma manera que antes. Ahora, cuando está de nuevo saliendo por la puerta, vienen a avisaros de que ya ha llegado la hora, que tenemos que llevar el cuerpo al cementerio. Cuando están introduciendo el cuerpo en la sepultura, soltamos los globos, que por efecto de la corriente del aire, se elevan en dirección al sol. En el silencio del momento, solo se oyen las llamadas de Ana Mari, animando a su hijo para que SEA MUY FELIZ en su NUEVA VIDA… Ver fotos en https://www.facebook.com/joseluis.delarica/media_set?set=a.1049666391767163.1073741827.100001714369048&type=3

Los Hijos Que Parten Con La Aurora

La MUERTE NO EXISTE. Una manera de hacer contacto El Vuelo De La Mariposa

lunes, 18 de enero de 2016

Los hijos que parten con la aurora

Los hijos que parten con la aurora.
Los hijos que parten con la aurora, ¿adónde van?
¿Qué misteriosa llamada no han podido resistir sus jóvenes destinos?
¿Qué hicieron ellos con nuestro amor y con sus plegarias?
La noche ilógica no dejó que el alba diera a luz el día.
Apenas unos pasos separan a veces la cuna del abismo.
El tiempo es corto entre la sonrisa que lo arrullaba todavía ayer, y el cielo tabicado de una tumba.
El río no hallará nada de todo lo que le prometían sus sueños: la caricia ruda de las rocas, los besos de las hierbas y las hojas, el galopar por la cumbre de la montaña y por el raso indolente de los prados.
Apenas nacido, el océano ya lo ha tragado.
Los hijos que parten con la aurora nos dejan con nuestros besos perdidos y con el peso de nuestro cariño inútil.
Nos dejan con ese amor que nos tritura, que arrastra sus cruces y pesares.
Nuestros besos perdidos y nuestras amarguras que, éstos sí, jamás nos abandonan.
Y se nos dice: «La vida sigue y sigue. Tenemos que seguir también con ella».
Pero nosotros, con la obstinación de pobres gentes que nada entienden del fragor de su futuro aniquilado, nosotros nos preguntamos:
«¡Qué importa el camino que lleva hasta la tarde si hemos de marchar sin nuestro hijo!».
Aquél que roba nuestros hijos, roba también el sabor de los frutos del jardín de la tierra, roba la esperanza de las estrellas y la calma de las horas.
Y hace del cielo un mármol frío donde yacen nuestras súplicas.
Nuestras súplicas; ¿quién las oye? ¿Quién las oirá jamás?
Si el cielo oyera las plegarias de una madre, el mármol se quebraría y su hijo volvería.

Los hijos que parten con la aurora, ¿lloran pensando en nosotros?
¡No!, ¡escuchadme!; detrás del velo; los hijos sonríen.
¡Ya no tienen miedo, ya no sufren más!
A las puertas del cielo dejaron sus lágrimas, las abandonaron en nuestras mejillas.
Allá arriba, los hijos sólo saben reír.
El reír de los que juegan con las estrellas, de los que juegan a trapecistas con el arco iris.
No se llora cuando se juega en las dunas de las luces que ondean hasta el infinito.
Cuando se sabe que el infinito no desemboca en la nada, sino en otros horizontes, en otro azul, en otros cantos, en otros amores.
El tiempo de los ángeles es más corto que el de los hombres, porque los ángeles no tienen aquí su casa, por eso son ellos viajeros de la aurora.
Cuando pases la frontera de las lágrimas y de la rebeldía, entrarás en la claridad que ese ángel te ha dejado y que tú sigues sin ver. Entonces crecerás hasta alcanzar la hora que te lleve a él.

¡Vuestros hijos son felices! Juegan a la rayuela en las calles del cielo, pero en su rayuela ya no hay infierno.
¡Son felices! Corren riendo por la movediza arena azul del firmamento.
Su paso no es indeciso, ni dudoso su vuelo por encima de los rabiosos océanos, de los torrentes y volcanes, por encima del estuario del tiempo por donde van nuestros destinos.

Vuestros hijos os hablan. ¿No los oís?
Ellos os dicen: «Si me amáis, no dudéis que sigo vivo. ¡Estoy vivo! ¿No sientes que mi mano acaricia tu rostro? ¿No sientes en tu pelo el aliento de mis besos?
No hay ningún cariño inútil, ninguno de tus besos se ha perdido; yo los recojo.
...Ahora soy yo el que vela por ti: La vida es una cuna y somos nosotros, vuestros hijos del allá, los que nos inclinamos sobre vosotros.
Cuando ya no te sientas angustiado, entonces por fin entenderás mi voz».

Los hijos que parten con la aurora no son hijos de la noche; están en el corazón del día.
Para nosotros, las estaciones desaparecen y creemos que nos arrastran hacia la tarde, hacia un horizonte de pobres esperanzas.
No vamos hacia la tarde, sino hacia la aurora de nuestros hijos. Ellos nos esperan puesto que nunca nos dejaron.
…En la aurora de nuestros hijos está ya nuestra propia eternidad.

Autor: Desconocido. Creemos que podría ser Víctor Hugo.

viernes, 10 de febrero de 2012

Una experiencia de “El vuelo de la mariposa”. La mascota de Nesty.

Una experiencia de “El vuelo de la mariposa”. La mascota de Nesty.

Mediante esta experiencia nos comunicamos con los seres queridos traspasados.
Voy a contar lo que sucedió durante una experiencia con Vuelo de la mariposa. Veremos que una vez más se confirma que la muerte no separa lo que ha unido el Amor, y que ese lazo es tan poderoso que, además de unir a las personas más allá de la muerte, actúa de la misma forma con nuestras mascotas
Aquel día, había quedado en mi casa con una joven que quería comunicarse con su sobrino. Era ésta su segunda experiencia… Pero, antes de continuar, permitidme que puntualice algunos antecedentes, necesarios para hilar el relato.
En su primera vivencia con Vuelo de la mariposa, además de conectar con su sobrino, pudo también comunicarse con Nesty; un chico cubano que vivía en Canarias con su hermana y que había fallecido recientemente. Coincidió que cuando se produjo el óbito estaba con ellos la madre, que se había desplazado desde su tierra, para pasar una temporada en España.
Un par de meses después de aquel primer contacto, me telefoneó la madre, para decirme que tenía que regresar a Cuba y que se sentía muy triste porque dejaba aquí a su hijo.
Le aclaré que ahora su hijo no estaba en un lugar o en otro, sino que permanecía en los corazones de todas las personas que le aman, y que su hijo estaría con ella en Cuba, sin por ello dejar de estar con su hermana. Aunque no terminó de asimilarlo, saber esto le animó un poco.
Coincidió que unos días antes de esta conversación, había quedado con la joven protagonista de este relato para intentar una segunda experiencia. Si bien la primera vez le había mostrado la fotografía de Nesty con el propósito de entrevistarnos con él, en esta ocasión ni tan siquiera lo había pensado. Sorprendentemente sin embargo, fue Nesty quien se presentó llegó y nos dijo que en esta ocasión el sobrino de la joven no vendría.
Estábamos hablando con él, cuando recordé la conversación que había mantenido con su madre recientemente, y le pregunté:
-“Nesty, ¿tú estás ahora en Cuba con tu madre? –Sí-, respondió.
-¿Y con tu hermana en Canarias? –Sí-, volvió a decir.
-¿Y con nosotros aquí ahora? -Sí...
Entonces, sin darme tiempo para volver a preguntar, extendió sus manos, y mostrando a la joven un perrito dijo: -¡Y con éste!
Seguidamente le pregunté:
-¿Y ese perrito dónde estaba, en Canarias o en Cuba? –En Cuba-, contestó.
Cuando terminamos El vuelo… escribí un e-mail a su hermana contándole lo que había pasado.
Cuando al día siguiente abrí el correo, tenía dos mensajes. Uno lo enviaba la hermana y el otro la madre desde Cuba. Ambos confirmaban la información que nos había dado Nesty: Efectivamente, cuando un par de días antes, la madre llegó a Cuba, se enteró que el perrito de su hijo había muerto. La familia había decidido no decírselo para evitarles el disgusto. Por esa misma razón, la madre aún no se lo había contado a la hija.
Es decir, la hermana se enteró de lo sucedido con la mascota de su hermano, cuando leyó el mensaje que yo le envié. Una información que yo supe porque nos lo contó él mismo.
Una información que apoyaba no sólo la realidad del contacto con una persona traspasada, sino que, una vez más, manifestaba que las mascotas nos siguen más allá de la tumba.
jose luis de la Rica. elvuelomariposa@gmail.com

Confirmaciones contrastadas de El vuelo de la mariposa del 05. 02. 2011.

Confirmaciones contrastadas de El vuelo de la mariposa del 05. 02. 2011.

En una experiencia de El vuelo de la mariposa ocurrida un par de meses antes, Isabel se entrevistó con Miguel, padre de Jaime y tío de Marina. Miguel falleció hace dieciocho años.
En aquel vuelo, vino Miguel montando un caballo que, aunque no explicó la razón de aparecerse de esa guisa, sí dejó intuir que lo hacía por una razón importante para él.
Resulta que tanto al hijo como a la sobrina, el detalle del caballo no les “sonaba” de nada. Así que, en cuanto Isabel –que fue la persona que conectó con él en aquella ocasión- tuvo una nueva oportunidad durante el vuelo del 05. 02. 2011, le preguntó por el tema del caballo y…
Bueno, mejor seguir leyendo el mensaje que Marina (la sobrina) ha compartido con nosotros. Y a continuación leer el que nos ha hecho llegar Jaime (el hijo).

1º. Mensaje de Marina: Queridos amigos, es importante para mí y, creo que para todos, poder compartir lo que ocurrió en el vuelo del 05. 02. 2011.
Al final del vuelo Isabel es acompañada por Jorge (esposo de Letty) y por mi tío Miguel (padre de Jaime Tuzón, que se ha unido a nuestra red recientemente). Isabel le pregunta a mi tío Miguel cuál es el significado de que en su vuelo anterior, él hubiera aparecido con un caballo. Mi tío le contesta que su padre (mi abuelito) le llevaba de pequeño a una cuadra de un amigo suyo y que éste tenía un caballo que le gustaba mucho.
Hoy he llamado a mi madre para confirmar el mensaje. Le he preguntado: "Mamá, el abuelito tenía un amigo que tenía una cuadra y llevaba al tío Miguel cuando era niño a ver los caballos?".
Mi madre no duda ni un segundo y me dice "sí, cuando vivíamos en Barcelona, el abuelo tenía un amigo que tenía una cuadra con caballos y carros y el tío Miguel iba con él siempre porque le encantaban los caballos". Imaginaos como me he quedado, muy emocionada.
Enseguida he llamado a Jaime y se lo he contado, se ha quedado de piedra!!!!
Quería compartiros esto porque creo que es importante que contrastemos la veracidad de los mensajes que nos dan desde el azul. Ya no consiste en creer o no, es que es asi!!!!!! Los tenemos a todos esperándonos y nos envían mensajes para que nos demos cuenta que no acaba todo aquí, que los que dejaron este mundo siguen VIVOS y en estrecha relación con nosotros!!!!!!!
Gracias a todos por leerme y un beso querida familia!
Marina.

2º. Mensaje de Jaime Hola, quería comentaros acerca de un mensaje que me transmitieron tanto Isabel como Rubén durante el vuelo de la fecha: 2011.02.05. El primero fue Rubén que vio a mi padre escribiendo en un escritorio una nota que parece ser que tenía que recoger yo, el segundo fue de Isabel, en el que decía que para encontrar la nota, fuéramos a ver el antiguo escritorio de mi padre, el cual no veía desde hace más de 10 años por varias circunstancias. El caso es que entre las ganas que tenía y que se alinearon los astros, por fin pude ir junto con mi prima Marina a ver el escritorio en cuestión y en principio parecía que lo habían vaciado y no había nada de valor. Al rato fui a ver unos libros de mi padre al cuarto de al lado y parece ser que cuando vaciaron el escritorio se había traspapelado un sobre que estaba junto a esos libros.
Imaginaos mi sorpresa cuando vi que el sobre contenía unas notas escritas por mi padre durante sus últimos años de vida. Son citas célebres y refranes que fue recopilando durante un tiempo y los guardó en un sobre para que no se perdieran.
He escrito esto con la mayor objetividad posible y tratando de ser totalmente fiel a la realidad. No os voy a decir cómo me quedé porque os lo podéis imaginar, pero cuando se lo dije por teléfono a mi prima Marina, ya que se había tenido que ir a por su “nano”, se quedo gélida (jajajaja…, un beso prima)...
En fin sólo agradeceros a los dos por los mensajes, a Jose Luis por la energía que invierte en ayudar a tanta gente de manera totalmente desinteresada y a todos los que estáis en los vuelos.
Un abrazo.
Jaime.

Una nueva terapia revolucionaria para tratar el duelo. (IADC)

UNA NUEVA TERAPIA REVOLUCIONARIA PARA TRATAR EL DUELO

http://induced-adc.com/

http://general.mindstudies.com/

Básicamente hay dos explicaciones para una nueva y revolucionaria terapia para tratar el duelo descubierta por el Dr. Allan Botkin, un psicólogo clínico que ejerce en Libertyville, Illinois. O los pacientes con duelo alucinan o entran en contacto con los muertos.

La terapia, denominada “Comunicación inducida con el más-allá” (Induced After-Death Comunication – IADC) provoca que los pacientes vean a sus seres queridos fallecidos y se comuniquen con ellos y, ocasionalmente, también con sus enemigos ya muertos. La IADC es una evolución de la terapia de “Desensibilización y reelaboración mediante movimientos oculares” (Eye Movement Desensitization and Reprocessing - EMDR) que fue descubierta en 1987 por la Dra. Francine Shapiro, de California. Tal y como explica en su sitio web, Shapiro estaba un día paseando por un parque cuando se dio cuenta de que los movimientos oculares parecían reducir las emociones negativas asociadas con sus propios recuerdos dolorosos. La experimentación dio como resultado el procedimiento que inicialmente denominó “Desensibilización mediante movimientos oculares” (EMD).

En la EMDR, después de haber analizado profundamente el problema emocional del paciente y desarrollado un plan de tratamiento, el paciente y el terapeuta se centran en los sucesos dolorosos que, aparentemente, han provocado su trastorno emocional. Se instruye al paciente para centrarse en una imagen concreta o pensamiento negativo mientras, simultáneamente, mueve los ojos de acá para allá, siguiendo los deseos del terapeuta, que se mueven alrededor del campo de visión del paciente durante 20º 30 segundos. Se pide el paciente que deje su mente en blanco y tome nota de cualquier pensamiento, imagen o recuerdo que se le presente. Después, se le pide que se centre en un concepto positivo, identificado como tal al principio de la sesión, y de nuevo en el suceso emocionalmente doloroso. Tras varias series de movimientos oculares, los pacientes refieren, generalmente, crecimiento de su confianza en el pensamiento positivo y disminución del trastorno emocional.

En la terapia IADC se pide a la persona que está sufriendo por la muerte de alguien que durante los movimientos oculares se centre directamente en la tristeza. Una sesión típica de IADC conlleva que el paciente ve a la persona fallecida, que ésta le comunica que todo va bien y que no hay motivo para afligirse. En muchos casos, el fallecido aporta información desconocida previamente para el paciente. El terapeuta trabaja con personas de todas las creencias, incluidos ateos y escépticos. Al final, la mayoría de los pacientes superan su dolor.

Botkin está razonablemente seguro de que los muchos pacientes que se han beneficiado de la terapia no sueñan, ni imaginan, ni fantasean ni alucinan, pero prefiere no especular sobre si los pacientes entran realmente en contacto con el mundo espiritual. Sea cual sea la explicación, la terapia, según Botkin, funciona en el 70 % de los casos.

“Como psicólogo que se interesa básicamente en curar a la gente que sufre profundamente, tengo por principio no ocuparme de los argumentos de las creencias” explica. “Creyentes y escépticos llevan mucho tiempo inmersos en su pelea. Creo que si tomara partido y me colocase de uno de los lados sería más difícil para mí ayudar a quien lo necesita”.
Más aún, Botkin precisa que su posición neutral permite al paciente interpretar la experiencia sin ser influenciado por la creencia del terapeuta.

Aunque Botkin descubrió la IADC en 1995, su trabajo hasta hace tres años como psicólogo en el Departamento de Veteranos le impidió promocionarla activamente entre sus colegas y dirigir la atención del público sobre ella.

La terapia contra el duelo aceptada desde hace muchos años ha sido la de extinguir los lazos emocionales con los fallecidos, del tipo “están muertos y se han ido, así que olvídalos”. Sin embargo, la terapia IADC presenta una nueva forma de abordar el asunto y con una opinión opuesta: la de un contacto continuo y saludable con el fallecido.

Como esta aproximación choca con la ciencia materialista – que nos ha adoctrinado con la creencia de que la vida es solo un camino hacia la aniquilación y la nada – es ignorada y rechazada por muchos terapeutas. “Es todavía muy reciente, pero ya comienza a extenderse” dice Botkin.

Su libro “Comunicación inducida con el más-allá”, escrito junto con el filósofo R. Craig Hogan, se publicó en 2005 y está ya en su segunda edición, coincidiendo con que la televisión comienza a mostrar interés. A la par que ha realizado esta entrevista para NEXUS, Botkin acaba de terminar un documental para la cadena estadounidense HBO que aparecerá muy pronto en el programa “Good Morning America”.

Tras doctorarse en Psicología por la Universidad de Baylor en 1983, Botkin comenzó a trabajar en el Hospital de Veteranos del área de Chicago. Durante los siguientes veinte años se especializó en tratar a los veteranos combatientes de la II Guerra Mundial, Corea, Vietnam e Irak que sufrían estrés postraumático, una condición conocida desde los años 70 como “neurosis de guerra”. Esta condición aparece como consecuencia de haber experimentado o presenciado los horrores de la guerra. En muchos casos los efectos son a largo plazo. Muchas veces los recuerdos quedan enterrados en el subconsciente y muchos años más tarde afectan perjudicialmente a la personalidad del individuo, de forma no siempre claramente ligada a las experiencias del campo de batalla. Durante los primeros doce años de su práctica Botkin se frustraba frecuentemente por los pobres resultados de la “terapia de exposición”, el método habitual de tratamiento, en la que se pedía a los pacientes que, en un entorno seguro y cómodo, reviviesen sus experiencias traumáticas, con la esperanza de que así su respuesta emocional decrecería en intensidad.

Resultados más positivos aparecieron cuando durante los primeros años 90 Botkin se formó en EMDR. Mientras que con la terapia convencional frecuentemente tardaba años en obtener resultados, Botkin comenzó a observar cambios dramáticos con una sola sesión de EMDR y la encontró especialmente efectiva para curar el duelo.

Según Botkin, muchos pacientes en duelo experimentan tres emociones: culpa, rabia y tristeza. Descubrió que la culpa y la rabia solo servían para proteger al paciente de su profunda tristeza y comenzó a presionar a sus pacientes para ir directamente a su tristeza de fondo, puenteando la culpa y la rabia. Comprobó también que los pacientes respondían mejor cuando, tras una sesión de movimientos oculares, cerraban los ojos. Al centrarse en la tristeza la culpa y la rabia desaparecían.


Experiencias con la terapia IADC

Botkin descubrió la IADC accidentalmente durante una sesión con un paciente al que, por confidencialidad, nombra como Sam. Durante su actuación en Vietnam Sam protegió a una niña vietnamita de 10 años, huérfana, llamada Le. De hecho, había decidido adoptarla y llevarla consigo a casa. Un día, mientras Sam y otros soldados ayudaban a Le y a otros huérfanos a subir a un camión para llevarlos a un orfanato, cayeron bajo fuego enemigo. Cuando Sam descubrió el cuerpo sin vida de Le en el barro, junto al camión, quedó desolado y su dolor le acompañó permanentemente hasta las sesiones con Botkin en 1995.

Durante la sesión de EMDR Sam vio a Le como una mujer preciosa, con largo pelo negro y un traje blanco, rodeada de una luz radiante. Ella le habló y le dio las gracias por cuidarla antes de su muerte. Sam estaba extasiado. Estaba convencido de que realmente había comunicado con Le y que había sentido sus brazos abrazándolo.

Inicialmente Botkin asumió que Sam había alucinado. Estaba preocupado porque hubiera perdido su capacidad para distinguir entre realidad y fantasía. Pero tras experiencias similares referidas por otros pacientes decidió experimentar.

Su primer ADC o “contacto con el más-allá” inducido intencionalmente fue con un paciente llamado Gary, cuya hija Julie había muerto a los trece años. Al haber sufrido hipoxia severa durante el nacimiento, Julie nunca desarrolló una capacidad mental más allá de la propia de un niño de seis meses. Tras sufrir un ataque cardíaco y ser llevada al hospital necesitó de soporte vital. Como más tarde mostró signos de ser capaz de respirar por sí misma se la desconectó del respirador. Luchó por respirar, pero murió en los brazos de Gary.

“Las lágrimas caían por las mejillas de Gary mientras me contaba la historia”, recuerda Botkin. “Le expliqué mi nuevo procedimiento y le pregunté si quería intentarlo. Dijo que colaboraría si yo pensaba que eso podría ayudar, pero que estaba convencido de que no funcionaría, porque era ateo y no creía en tales cosas”.

Después de que Botkin realizó con él el procedimiento completo Gary cerró los ojos. “Cuando los abrió tenía una expresión de sorpresa” relata Botkin. “He visto a mi hija. Estaba jugando feliz en un jardín lleno de colores brillantes y luminosos. Parecía sana y podía moverse sin los problemas físicos que había tenido en vida. Me miró y pude sentir su amor hacia mí”. “Hablamos de su experiencia. Gary estaba convencido de que su hija estaba todavía viva, aunque en un lugar muy diferente”.

Pero la expresión de sorpresa de Gary se convirtió en una de tristeza. Cuando Botkin le preguntó qué iba mal Gary respondió que todavía se sentía triste por haber perdido a su hija. Botkin le realizó otra sesión de movimientos oculares y le pidió que mantuviera ese pensamiento en su mente. Gary cerró sus ojos y permaneció así durante unos minutos. “Cuando Gary abrió sus ojos sonreía”. Dijo: “Estuve en el jardín otra vez y pude ver a Julie mirándome. Me dijo: Todavía estoy contigo, papá”. Gary le dijo a Botkin que Julie nunca pudo hablar cuando vivía. Abandonó la sesión sintiéndose feliz y en conexión con su hija.

Un año más tarde Botkin contactó con Gary, quién le informó de que seguía sintiéndose en contacto con su hija. Su nueva creencia era que “las personas no mueren realmente; pasan a una forma diferente y viven en un sitio diferente, que es precioso”.

Un veterano de Vietnam ha contado voluntariamente para este artículo su experiencia con IADC, aunque prefiere permanecer en el anonimato. Le llamaremos Mark. Como artillero de helicóptero, Mark mató a mucha gente durante sus 18 meses en Vietnam, pero el enfrentamiento que más le angustió se relacionaba con cuatro botes llenos de soldados vietnamitas. Inidentificados y sin banderas los botes se introdujeron en un canal militar y Mark y otros cuatro artilleros, siguiendo órdenes, atacaron los botes y “los escupimos fuera del agua”. Recuerda haber visto los cuerpos volando por el aire. Dos semanas más tarde fue informado de que se trataba de tropas amigas. “Se queda en tu mente y realmente te aplasta” se lamentaba Mark y añadía que le habían disparado siete veces y herido dos.

En 2002 Mark solicitó tratamiento en el Hospital de Veteranos. Cuando el terapeuta le explicó el procedimiento de la IADC y le preguntó si le gustaría intentarlo se mostró más que colaborador. Tras la sesión de movimientos oculares Mark se centró en el accidente del bote.

“Lo que ocurrió entonces es que ví una formación de vietnamitas que venían hacia mí” contó Mark, con el recuerdo todavía muy vivo en su mente. “Lo curioso es que estaban en formación rusa, no americana. Dos de los comandantes avanzaron y comenzaron a hablarme en vietnamita”. Mark no les comprendió hasta que realizó otra sesión de movimientos oculares. Continuaban hablando en vietnamita, pero Mark, de algún modo, telepáticamente, sabía lo que estaban diciendo. “Me dijeron que comprendían que hice lo que tenía que hacer, que no me guardaban rencor, porque estaban en un lugar mejor, y que no merecía preocuparse por ello. Entonces se marcharon. Fue muy tranquilizador y se me quitó un gran peso de encima”.

En otra sesión de IADC Mark vio a una mujer llevando a su propio hijo mayor, que había muerto de niño en 1978. Como se concentró en su hijo, de primeras no reconoció a la mujer como a su propia madre muerta.

En esa sesión el niño no habló, pero en sucesivas sesiones el niño volvió a aparecer, primero como un jovencito y luego como un adulto. “Mi hijo me dijo: No te preocupes, papá. Estoy bien. Te veré pronto. No supe qué hacer, si es que voy a morir pronto o qué, pero fue sorprendente”.

Mark volvió a ver también uno de sus accidentes de helicóptero, incluido el dolor y su intensidad. Se esfuerza en explicar las imágenes: “La calidad y la claridad de las imágenes era mayor que en un sueño. Eran absolutamente tridimensionales y estaban contigo. Tienes que experimentarlo para saber como es. No es como el hipnotismo. Lo contaría, pero solo sería una parte. Lo principal es que te da un sentido y la vida tiene más significado de tener una experiencia así. Hay una sensación de continuidad. Es muy reconfortante”.

Ivan Rupert, otro veterano, estuvo preocupado durante años por el recuerdo de una carnicería en Vietnam. Como fotógrafo de guerra, fue reclamado para realizar fotos a un autobús vietnamita que había sido destruido. “Había cuerpos y miembros por todo el lugar”, recuerda, “pero lo que realmente se clavó en mi mente fue la imagen de una mujer embarazada. Pude ver su niño y el cordón umbilical que les unía”

La escena volvió a aparecérsele a Rupert una y otra vez en sus sueños durante muchos años, hasta entrar en la terapia IADC con el Dr. Botkin. Lo que especialmente le angustiaba era que en ese momento había estado más interesado en sacar unas buenas fotos que incómodo por aquello de lo que estaba siendo testigo. Durante la IADC la mujer vietnamita se comunicó con él. “Me dijo que estaba en un sitio mucho mejor y me ayudó a comprender que yo no era el monstruo que yo pensaba. Me dijo que no me culpaba de nada”. Rupert no puede decir con seguridad si la mujer habló en vietnamita o en inglés. “Era como mente a mente, corazón a corazón”, explica, añadiendo que no ha vuelto a tener sueños desagradables sobre la escena.

En la mente de Rupert no hay duda de que realmente comunicó con la mujer vietnamita. “Al principio yo era muy escéptico cuando me lo explicaron. Parecía como un cuento chino, pero fue real. Estoy seguro de que no aluciné y de que no fui hipnotizado. Deseo que la Administración de Veteranos lo apoye y lo ofrezca. Puede dar mucha paz a muchos veteranos”.

Testimonios de otros terapeutas en IADC

Desde que comenzó su ejercicio privado Botkin ha estado enseñando la técnica IADC a otros terapeutas. Una de ellos, Laura Winds, de Bellingham, Washington, cuenta que ha observado cambios dramáticos en los pacientes bajo IADC. “Lo que realmente me lo confirma es la sensación de paz con la que viven”, dice. Recordando una IADC en la que una cliente vio a su esposo fallecido, que había cometido suicidio disparándose, relata la reacción del cliente: “¡Qué raro!¡Que raro! Jim está aquí. ¡Está en la puerta!”. Jim volvió para decirle a su esposa que no debía sufrir.

Otra paciente, cuyo hijo de dos años había sido asesinado por su novio, vio a su hijo durante la IADC y fue capaz de superar gran parte de su duelo. Antes de su sesión de IADC la mujer era escéptica sobre la vida después de la muerte, pero ahora está segura de que existe y de que algún día volverá a ver a su hijo otra vez.

Winds calcula que habrá usado la IADSC con 20 o 25 clientes y todos menos tres han experimentado una curación total o parcial. “Puedes sentir el significado del amor y de la paz que acompañan a la curación”, dice.

La Dra. Katty Parker, una terapeuta de Roselle, Illinois, cree que habrá usado la IADC en 50 o 60 pacientes, con un 80 % de éxito. Una de las sesiones más dramáticas se trató de una mujer que había sido oficial del gobierno de un país africano y que había visto a su tía pisar una mina y volar en pedazos. La tía apareció en la IADC, sonriendo y diciéndole a su sobrina que siempre estaría con ella. “El nivel de curación que se obtiene así es realmente sorprendente”, dice Parker. “Hay un misterio en ello, pero es completamente real para mí y es completamente real para mis pacientes”.


Hania Stromberg, una terapeuta de Albuquerque, Nuevo Mexico, ha conducido 30 sesiones de IADC, aproximadamente, y solo tres de ellas pueden considerarse como fracasos.

Stromberg se lamenta de que muchas personas en duelo no aprovechen esta terapia dinámica. “Conozco mucha gente para la que sería apropiada y desearía que se incorporaran a ella, pero no quieren. La principal razón es porque no están abiertos a ella. En general, la gente no cree en que los muertos están todavía a nuestro alrededor y que influyen en nosotros. He intentado interesar a algunos de mis amigos terapeutas, pero solo he recogido silencio cuando los he abordado. La mente científica es muy cerrada cuando se trata de este tipo de cosas”.

Stromberg parece tener capacidades de clarividencia y clariaudiencia y por eso ha sido capaz de participar en algunas experiencias. En una de ellas un cliente sufría el duelo por la muerte de su madre y se sentía culpable por no haber cumplido algunas obligaciones. Cuando estaba realizando los movimientos oculares Stromberg notó que una presencia entraba en la habitación y vio a una mujer con vestido de colores y tacones altos. La mujer, la madre del cliente, se dirigió a éste con un apelativo cariñoso y comenzó a discutir con él sobre sus problemas. Acabada la sesión Stromberg comparó sus notas con lo que el cliente relataba y todos los detalles coincidían: el vestido de colores, los tacones altos, el nombre cariñoso y el tema de la conversación.

Stromberg nunca se ha visto a sí misma como poseedora de capacidades mediumnicas y nunca se había interesado por estas cosas antes de estas experiencias. “Soy muy sensitiva, pero siempre me he mantenido al margen de la gente que tiene estas experiencias. Nunca me han atraído”.

Cuando al cliente le llega información muy confidencial Stromberg no la escucha. “No soy digna de ello y no participo en ello”. Igual que Botkin, Stromberg tiene una posición neutra sobre lo que ocurre, dejándolo a la interpretación de los clientes.

Las IADC no son alucinaciones

Botkin afirma que el procedimiento EMDR/IADC no implica la hipnosis. “La hipnosis induce al paciente a un estado de pensamiento relajado y concentrado”, explica. “La EMDR, por el contrario, incrementa el proceso de información cerebral”. Le gusta comparar esto con un proyector de cine: durante la hipnosis el proyector va a cámara lenta mientras que en la EMDR se acelera.

Rechaza también la afirmación de que las IADC son alucinaciones. “La evidencia más convincente es que todas las personas que han tenido experiencias IADC las refieren como muy diferentes a cualquier otra experiencia. Las alucinaciones, técnicamente, son percepciones sin estímulo real, lo que quiere decir que solo existen en el cerebro y no tienen nada que ver con cualquier realidad que exista aparte de nosotros mismos. Suelen tener un contenido muy negativo, variando considerablemente entre una persona y otra y suelen ser síntomas de serios desórdenes psíquicos.

Sin embargo, es evidente que el contenido de las IADC es uniformemente positivo, constante de una persona a otra y curativo psicológicamente hablando.

Además, dice Botkin, poder participar en la experiencia – como en el caso de Stromberg y su paciente – redunda contra la teoría de la alucinación.

Menciona también que en la Universidad del Norte de Tejas se siguen estudios científicamente controlados sobre la IADC y espera, optimista, que confirmarán las miles de observaciones clínicas que él mismo y otros terapeutas de IADC llevan realizadas.

“Siento que tengo una obligación moral de aportarlo al mundo. Mi objetivo primordial es ofrecer ayuda a la gente que la necesita, como los veteranos que vuelven de Irak y Afganistán y los supervivientes de desastres”.

Si la IADC es lo que muchos pacientes y terapeutas creen que es, Botkin puede haber realmente realizado el mayor descubrimiento del siglo pasado y quizás del milenium.

Anexo.

LENTA ACEPTACIÓN DE LA TERAPIA IADC

Podríamos pensar que algo con implicaciones tan profundas como la comunicación inducida con el más-allá debería ser motivo de una amplia atención en el campo de la salud mental, en los principales medios de comunicación y entre el público en general. Incluso aun careciendo de pruebas absolutas, la evidencia sugiere seriamente que durante las IADC los pacientes en duelo entran en contacto con sus fallecidos. ¿Qué podría ser más estremecedor y noticiable que esto?

Pero su aceptación ha sido lenta, sin duda porque la comunicación con los muertos es un fenómeno que excede el “umbral de sobresalto” de mucha gente, especialmente de aquellos que han sido programados para creer que todo debe cumplir unos estrictos criterios científicos antes de ser considerado seriamente como verdad. El término “umbral de sobresalto” fue acuñado por Renée Haynes, un investigador psíquico y escritor británico, para definir el punto a partir del cual somos incapaces de aceptar algo como real y surge el escepticismo.

Durante finales de siglo XIX y principios del XX algunos distinguidos científicos investigaron a fondo el fenómeno de la mediumnidad. Descubrieron algunos fraudes, pero concluyeron que “los muertos hablaban a través de los verdaderos médium”. A pesar de su reconocimiento entre la comunidad científica, estos investigadores fueron atacados por sus colegas, que creían que habían sido engañados. Sir Williams Crookes, distinguido físico y químico británico, fue uno de los maltratados. Croques respondió diciendo: “Nunca dije que fuera posible; solo dije que era verdad”.

Cualquier persona que se tome el tiempo suficiente para examinar estrictamente las investigaciones realizadas por Croques, Sir William Barret, Dr. Richard Hodgson, Sir Oliver Lodge, Dr. James H. Hyslop y otros concluirá que hay un predominio de la evidencia – si no una evidencia más allá de la duda razonable – a favor de la supervivencia de la consciencia a la muerte y, de forma paralela, de un mundo espiritual en el que los espíritus habitan en varios niveles de evolución.

Más recientemente la ciencia oficial viene ignorando las evidencias que sugieren que las “experiencias cercanas a la muerte” y los fenómenos de “voces electrónicas” se relacionan con la vida después de la muerte. Los escépticos afirman que estos fenómenos no pueden reproducirse y que, en consecuencia, no son dignos de someterse a la experimentación científica.

“Lo que ocurre es que muchos de ellos no pueden ser controlados o medidos de una forma científica”, dice R. Craig Hogan, filósofo, coautor con Allan L. Botkin, psicólogo, del libro “Comunicación inducida con el más-allá” (Hampton Roads, 2005). “Consecuentemente, no se ha prestado mucha atención a la IADC”.

Como observa Hogan, la gente que se opone a ello está estancada en un paradigma mecanicista, según el cual el mundo físico es fundamental, y se remontan hasta principios del siglo XIX y la “era de la razón”, cuando los científicos proclamaban que el único conocimiento válido es el que procede de la comprobación y la medición, que solo los científicos pueden comprender. “El pueblo simplemente lo aceptó”, afirma Hogan. “Al fin y al cabo, la gente normal había asumido hasta tal punto que el conocimiento pertenecía solo a la Iglesia que no se sentían sus propietarios en absoluto. La persona interior, según la Iglesia, era pecadora, depravada, ingenua y dada a ser influida por el diablo. Cuando la Ciencia le dijo a la gente que esa persona era, además, propensa al error, a la superstición y a una ignorancia infantil con respecto a los hechos del universo movieron la cabeza asintiendo”.

Los medios de comunicación han contribuido al problema, cree Hogan. “Han buscado el enfrentamiento entre el médium y el escéptico y así no puede haber acuerdo”.

Convencido, según parece, de que la IADC implica un contacto real con el mundo espiritual, Hogan explica que el terapeuta debe tomar una posición neutral, dejando la interpretación al paciente. “El papel del terapeuta no es juzgar el origen de la experiencia o el sistema de creencias del paciente sobre el tema. Creo que cualquier terapeuta planteará la discusión en los términos con los que el paciente se sienta más a gusto”

Pero Hogan cree que en algún momento los buscadores de la verdad deberán olvidar los fundamentalismos científicos. “Debemos dejar de intentar ajustar nuestros métodos y estudios a los estrechos paradigmas de las cosas que pueden ser controladas y medidas. No debemos inclinarnos ante las exigencias de aquellos que insistan en el control y la medición. Al fin y al cabo, la mayor parte de lo real no está en esa realidad”

El objetivo de la terapia IADC es la superación del duelo, pero Hogan ve algo mucho más grande naciendo de ella. “La terapia es valiosa porque alivia el sufrimiento, pero esto es mucho menos importante que aquello a lo que nos conduce. Al Botkin ha descubierto chispazos de electricidad, pero lo importante será poder iluminar todas las ciudades”.


Michael E. Tymn.

http://induced-adc.com/

http://general.mindstudies.com/

Contacto con el más allá por medio del teléfono móvil.

Una experiencia espiritual.

Ya he contado en otras ocasiones que a veces siento una presión en el interior del oído izquierdo y que cuando eso me sucede es porque hay algún ser espiritual que está en contacto conmigo y quiere hacérmelo saber. Esto es algo que he podido comprobar muchas veces. Por la intensidad de esa presión, puedo saber si es mi hija, si hay alguien más con ella, o si ella no está. Algo parecido me pasa con mi hijo, pero en ese caso, en vez de una presión, lo que siento es un cosquilleo.

Lo que quiero contar, es que hace ya algunos años, concretamente en el primer trimestre del año 2003 –tres años después de que Elena volase hacia su Nueva Vida- estaba un amigo pintándonos la casa. Aquella tarde, poco antes de que mi amigo diera por terminada su jornada, vino a casa su hija Cristina.

Cristina es de la misma edad que Elena y eran muy amigas. La marcha de Elena supuso un gran desconcierto para Cristina. Esta niña sufrió muchísimo con esa experiencia temprana, tenía 12 años recién cumplidos y, como digo, fue muy difícil para ella, asimilar que su amiga había dejado esta vida. Para nosotros, adultos, es difícil, suponer cómo será su duelo de una jovencita que prácticamente está empezando a despertar a la vida. Baste por lo tanto que sepáis el estado emocional de esta niña.

Bien, pues aquella tarde, cuando Cristina se acercó para darme un par de besos, surgió esa presión en mi oído. Era muy fuerte, como si me estuvieran gritando. Sabiendo que venía de Elena, intuí que lo que me estaba diciendo era que quería hablar con su amiga. Pero en aquel tiempo yo tenía poca experiencia aún con El vuelo de la mariposa y en vez de decir a Cristina que Elena quería hablar con ella, propuse a mi hija que, ya que hablaba continuamente con mi mujer, se lo dijera a ella y así estar seguro que era eso lo que me estaba diciendo.

Después, la niña fue a la cocina para saludar a Ana Mari –mi mujer y poco después el padre y la hija se marcharon. El caso es que Ana Mari no me dijo nada, ni estando ellos, ni después de irse, por lo que tampoco yo di más importancia al suceso.

A la mañana siguiente, lo primero que hizo Ana Mari al despertarse fue decirme que “Ayer, cuando vino Cristina y me dio un beso, no veas cómo me pitaron los oídos”. Lo cierto es que era la primera vez que le pasaba eso, porque la niña hablaba con ella directamente, en cualquier lugar y en cualquier momento, sin necesidad de “un aviso” para que prestase atención. Entonces le conté lo que había pasado conmigo y lo que le había propuesto a Elena. Pero que como no me dijo nada, dejé la cosa como estaba.

Unos días más tarde, guiando un vuelo a una señora, cuando ésta hablaba con Elena, recordé lo que había pasado y pregunté a la niña si quería hablar con Cristina. La señora me dijo que respondía sí, que era su amiga y que tenía que decirle algo muy importante. Aclaro que la señora no sabía quien era Cristina y menos aún la relación que tenían entre ellas.

Entonces, tras esta confirmación, hablé con los padres de Cristina contándoles todo lo que había pasado y, además, les di una copia de la grabación de El vuelo de la mariposa para que ellos decidieran qué hacer con todo ello. Acordaron decírselo y que la niña decidiera. Pero ella pensó que no y no se volvió a comentar nada más.

Había pasado un año desde entonces. Estábamos Ana Mari y yo en una cafetería, cuando sonó su móvil. Era María José, la madre de Cristina. La conversación se desarrolló más o menos así:
.- Ana Mari descuelga y dice: “¿Diga?”
.- María José: Hola, que le llamo porque acabo de recibir tres mensajes vacíos desde ese teléfono y, claro, siendo algo extraño me ha chocado.
.- Ana Mari: Pero, Mari Jose, que soy Ana. ¿No sabes que me estás llamando a mí?
.- María José: ¡Ay, Ana! No, no sabía que eras tú. Es que se me perdió el móvil y ya no te tengo en mi lista de contactos.
.- Ana Mari: ¡Ah! Jejeje…
.- María José: Pues es que resulta que me acabas de enviar tres mensajes sin texto, con un intervalo de dos minutos y he pensado que serían de alguien que me quiere tomar el pelo. Así que me he dicho, voy a llamar a ver quien es el gracioso o la graciosa, jejeje…
.- Ana Mari: Yo no he enviado ningún mensaje. De hecho aún no he enviado ninguno desde que tengo el móvil y no sabría hacerlo.
.- María José: Pues no sé. Qué raro, ¿verdad?
Ana Mari me comenta lo que María José le está diciendo y los dos pensamos que Elena estaba por medio. En aquél tiempo, la niña nos bombardeaba con señales.
.- Ana Mari: Pues sí. No sé. …Esto me suena a cosa de Elena, jejeje…
Se ríen y lo dejan ahí. A continuación se lían a charlar de sus cosas. Y María José comenta que está preocupada porque Cristina quiere irse de acampada el próximo fin de semana. Es la primera vez y como está tan delicada, su padre y yo, no nos atrevemos a dejarla ir. Entonces Ana Mari le dice que la dejen, que seguro que lo de los mensajes vacíos ha sido cosa de Elena, para decirles que va a estar al lado de su amiga y que se queden tranquilos, que todo va a ir bien.
Siguen charlando un ratito y ya se despiden. Esto sucedía un jueves. La acampada era a partir del viernes. Cristina disfrutó de su fin de semana sin ningún problema.

Cuatro días después, el lunes por la mañana, estábamos Ana Mari y yo, otra vez en la misma cafetería, y sonó el móvil. De nuevo, era Maria José:
.- Ana Mari: Dime Marijose
.- María José: Oye, Ana, me acaban de llegar otros diecisiete mensajes vacíos desde tu móvil, jejeje…
Eso ya era demasiado serio.
.- Ana Mari: Marijose, aquí mismo hay una tienda de Vodafone y ahora mismo voy a ir con el móvil a ver qué me dicen, porque yo no lo he tocado y no vaya a ser que como lo llevo en el bolso, hayan podido enviarse los mensajes mientras andaba. ¿Y tu niña, qué tal le fue su excursión?
.- María José: ¡Nada!, muy contenta. Dice que lo ha pasado muy bien y no ha habido ningún problema. ¡Por cierto! Dice Cristina que las dos noches ha soñado con Elena. Luego le digo que os llame y os lo cuente.

Se despidieron, y nos fuimos hacia la tienda de telefonía.
Yo me quedé en un establecimiento de venta de alimentos para animales, que trabaja una amiga nuestra y Ana se fue a la tienda de Vodafone, que estaba justo al lado.

Cuando se reunió con nosotros, nos contó que le había dicho la dependienta, que era imposible que los mensajes se hubieran enviado solos desde el bolso. Y terminó comentando en broma “que eso era cosa de “Expediente X”, una serie que por aquel entonces ponían en la televisión. Ana Mari, le contó que tenía una hija en el Cielo y que sería cosa de ella.
Nos dijo que la dependienta se puso blanca y que no sabía si le impresionó más el saber que la mujer que estaba delante tenía una hija en el Más allá, lo que había pasado con el móvil, o las dos cosas. Nos reímos, contentos y después de estar un ratito con nuestra amiga, nos fuimos a casa.

Por la tarde nos llamó Cristina y nos contó lo de los sueños con Elena. Nos dijo que los sueños de aquellos dos días fueron iguales. Que ella estaba haciendo la cama de su habitación y que al terminar, resulta que estaba Elena sentada en la cama y que se ponían a hablar. No dio más detalles, ni sé si habría algo más que contar y se lo guardó –ya sabéis esas cosas de los niños que guardan como un secreto.

Debido al modo de tarifa del teléfono de Ana Mari, recibía todos los meses la factura del consumo. Así que después de lo sucedido, esperábamos la próxima ‘como agua de mayo’. Por fin llegó y comprobamos que efectivamente quedaron reflejadas las llamadas de los mensajes que, según nos había advertido nuestra amiga, estaban oportunamente reflejadas en la factura, como podéis comprobar en las dos partes de la factura que adjunto a este relato.

Pero esto no termina aquí, aún hay más, aunque, como veréis, lo que sigue es bastante serio por lo que tiene de trascendente.

Como consecuencia de los nuevos mensajes en el móvil de su madre y, supongo, también por los sueños que tuvo la niña aquellas dos noches durante su excursión, se decidió a hacer El vuelo de la mariposa, “porque quería hablar con su amiga”. Sus padres estuvieron de acuerdo y quedamos en mi casa para unos días más tarde.

Llegó el día y nos reunimos Cristina, su madre, su hermana –tres años mayor que ella, dos amigas mías especialistas en el tema del Más allá, mi mujer y yo.
La niña conectó con mucha facilidad. Fue muy emocionante verla suspirar, reír y llorar, todo a la vez. Su “vuelo” estuvo también salpicado de momentos de silencio, en los que la veíamos gesticular moviendo la cabeza, como si estuviera conversando con alguien a quien nosotros no veíamos. Cuando terminó se experiencia, la niña, que por aquel entonces, ya tenía dieciséis años, estaba relajada, contenta y su ademán era sereno y reflexivo.

Al día siguiente, vino a casa la hermana mayor. Nos contó que, el día que Cristina estuvo en nuestra casa, que la estaba pintando su padre, acababa de salir del hospital. Que la habían ingresado para hacerle un lavado de estómago, porque se había atiborrado de pastillas.
Entonces comprendimos que el interés de Elena por hablar con su amiga, iba más allá de un encuentro motivado por el cariño que las unía, sino que era una misión especial, seguramente dirigida por un ser de alto nivel espiritual.

Podéis ver la factura (dos hojas) en la dirección Web de más abajo.
Para poder ver el texto de la factura, mirar las dos hojas en modo de “presentación”. También podéis hacerlo copiándolas en el escritorio del ordenador y una vez allí, abrirlas con “Visor de imágenes y fax de Windows”, de esta forma se pueden ampliar lo suficiente como para distinguir el texto claramente.
http://cid-5442ca12f801b298.skydrive.live.com/redir.aspx?page=play&resid=5442CA12F801B298!2433


Jose luis de la Rica
Madrid 4 de Octubre del 2010

P.D. En esta dirección Web, podréis ver “Los hijos que parten con la aurora”
http://www.youtube.com/watch?v=dzj3-is5Q_w&fs=1&hl=es_ES&color1=0xe1600f&color2=0xfebd01

viernes, 1 de octubre de 2010

Relato de El vuelo de la mariposa de Rubén

2ª Experiencia de mi hijo Rubén
15 de noviembre del 2003; (17 horas)

Estamos mi hijo Rubén, su novia Isa, mi esposa y yo.
Desde hace un mes aproximadamente sabemos que Elena se había elevado de plano. Había estado unas cuantas sesiones sin aparecer durante “El vuelo de la mariposa”. Nos dijeron que estaba ocupada, pero al fin, cuando volvió a aparecer fue cuando nos contó su cambio. A pesar de que yo había notado un cambio en la manera de hacer de Elena, ¾durante “El Vuelo...” se presentaba sólo si me sentía desorientado¾, no habíamos profundizado sobre esto, ya que las sesiones eran para otras personas. Pero esta vez es para “nosotros” y podremos conocer en qué ha consistido ese cambio.

Inmediatamente después de hacerle la relajación, se ve vestido de Peter Pan y se siente impulsado por una fuerza que le lleva hacia un pueblo con las casas de piedra (de tipo serrano). Siente que le hacen fijarse en un reloj que hay en una de ellas. Éste marca las 13 horas. Le digo que entre en esa casa. Al entrar ve que hay una chimenea encendida y una mesa preparada para comer, sin embargo no ve a nadie. Pero enseguida siente que hay niños escondidos que se están riendo. Le digo que los busque porque están jugando con él. Me dice que salen corriendo de una habitación a otra.
La experiencia continúa como sigue:
Animador: Pregúntales; ¿quién es el que más manda aquí?
Rubén: Yo.
Animador: Y tú, ¿quién eres? Ven y dame un abrazo que es lo primero que hacen los amigüetes.
Rubén: No. Me dicen que mando yo.
Animador: ¡Ah! , claro es que eres Peter Pan. Pues diles (jugando) que quieres que formen todos delante de ti. Los grandes delante, los pequeños detrás en dos filas. Lo dice el capitán.
Rubén: Me dicen que hasta dónde quiero llegar.
Animador: Hasta donde ellos quieran jugar contigo.
¾Insisto en que les diga que formen y se presenten uno a uno.
Rubén: No quieren que les vea porque les pasa algo.
Animador: Pregúntales; ¿qué os pasa?
¾Breve silencio:
Rubén: ¡Están feos!, dicen.
¾La respuesta me confunde.
Animador: Los niños nunca están feos. Los niños son todos muy guapos. Venga, ¡salid! Que os quiero ver.
¾Silencio.
¿Qué hacen?
Rubén: No sé, no estoy seguro... Es como si oyera la risa de Elena.
Creo que ella también está de visita allí.
Animador: Dile a ver Elena. Venga, ¿estás por aquí? Que me ha dicho papá que tenías ganas de hablar conmigo. Sal y dame un abrazo.
Rubén: Está detrás.
Animador: ¿Está detrás de ti?
Rubén: ¡Sí!
Animador: Bueno. ¿Y qué hace? ¿Te coge?
Rubén: ¡Sí! Han salido los niños.
Animador: ¿Están delante?
Rubén: ¡Sí!
Animador: ¿Son pequeñajos?
Rubén: ¡Sí!
Animador: Pues cógelos y abrázalos. ¿Cuántos son dos o más?
Rubén: Son por lo menos seis o siete.
Animador (creyendo que Elena le ha preparado una recepción de cuento infantil: Dile a Elena: ¿son niños o son los enanitos?
Rubén: Son niños enfermos.
Animador: ¡Ah! ¿Sí?
Rubén: ¡Sí!
Animador: Pues vuélvete. Abraza a Elena y dile que te explique ella cómo es que hay niños enfermos en el Cielo.
Rubén: Son heridas de guerra.
Animador: Bueno, pero ya están bien ¿no?
Rubén: Sí. Se los ha traído allí. A un sitio nuevo y tranquilo. Han estado en la guerra.
Animador: Abraza a todos los niños y Elena que los abrace también.
Rubén: Los está cuidando.
Animador: Pero estos niños ¿están felices?
Rubén: ¡Sí! Son más pequeños que ella.
Animador: Di a Elena que ¿por qué decía que estaban enfermos?
Rubén: No, eran ellos. (quieneslo decían)
Animador: Bueno que ¿por qué ellos dicen eso?
Rubén: Porque están con heridas.
Animador: Di a Elena que les quite todas las heridas.
Rubén: ¡Las importantes ya no están!
Animador: Que les quite todas, que los cure con su luz, que les ponga las manos y que se vayan viendo uno por uno cómo se llenan de luz y que las heridas desaparecen. Ellos no tienen ya un cuerpo que les haga sufrir. Que lo haga si puede. ¿Lo hace?
Rubén: Me dice que no hace falta. Que las importantes ya no están.
¾Suponemos que se refiere a las heridas psicológicas provocadas por el terror a los bombardeos.
Animador: Pregúntale; y ellos ¿cómo se sienten?
Rubén: ¡Están bien!
Animador: ¿Están felices?
Rubén: ¡Si!
Animador: Entonces no están feos.
Espíritu Elena: ¡No!
¾Sin embargo ellos se siguen viendo deformes.
Animador: Son niños y niñas, ¿no?
Rubén: ¡Sí!
Animador: ¿Acaban de llegar estos niños?
Rubén: Llevan un tiempo con ella.
Animador: Dile si tú puedes participar para que esos niños se sientan contentos, que te diga lo que tienes que hacer.
Rubén: Ya he hecho lo que tenía que hacer.
Animador: ¿Qué es lo que has hecho?
Rubén: Transmitiros dónde está ahora mismo haciendo cosas con los niños.
Animador: Bien. Dile que ¿qué te quería decir?
¾Largo silencio.
Animador: Te está diciendo cosas.
Rubén: ¡Sí!
¾Más silencio.
Rubén: Que me preocupo demasiado por todo. Que las cosas van mejor de lo que yo me creo. ¡Que está conmigo!
Animador: Dile que si está viendo a Isa.
Espíritu Elena: Sí, siempre estoy con ella.
Animador: ¿La ves ahora?
Rubén: ¡No!
Animador: ¿No?... ¡Elena! ¾mira a ver si me oye. ¿Me oyes, hija? Elena, ¿me oyes?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: ¿Me ves?
Rubén: Te oye.
Animador: ¿Pero no me ves? ¿No ves que me he cortado el pelo?
Espíritu Elena: ¡Estás muy majo!
Animador: Bueno, entonces es que me ves, ¿no? ¿Estás viendo a mamá?
Espíritu Elena: ¡Sí! ¡Siempre estoy con ella!
Animador: Pero, ¿la estás viendo ahora?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: Y ¿a Isa? Está sentada al lado de mamá. ¿La ves?
Espíritu Elena: Dile que sí.
Animador: Bueno. Te va a hablar Isa y luego mamá, ¿vale? ¿Quieres?
Espíritu Elena: Que sois unos “pesaos” Que qué queréis.
Animador: Venga Isa, habla con ella.
Espíritu Elena: Dile que la quiero.
Animador: Elena, Isa se corta... No sabe qué decirte.
Isa: ¿Me tienes que decir tú a mí algo?
Animador: ¿Qué le quieres decir?
Espíritu Elena: Que sigas así que vas bien.
Rubén: Eres muy buena, me dice.
Animador: ¿Quieres que tengan un niño? ¿Qué te hagan tía?
Espíritu Elena (sonriendo): Si te parece...
Animador: Y tú le vas a cuidar mucho, ¿verdad, hija?
Mi esposa: ¿Conoces tú ya al niño o niña que van a tener, Elena?
Rubén: No puede decir nada.
Animador: No lo puedes decir.
Espíritu Elena: ¡No!
Rubén (dirigiéndose a su novia): Te quiere decir algo sobre unos amigos.
Isa: ¿Qué me quieres decir, Elena? ¿Son unos amigos que tienen un niño?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Isa: ¿Qué me tienes que decir?
Espíritu Elena: Que les queráis mucho.
Isa: Porque ellos nos quieren mucho a nosotros, ¿a que sí?
Espíritu Elena: ¡Muchísimo! ¡Muchísimo!
Isa: ¿Y estás cuidando a Santi? (nombre supuesto)
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: Hija, tú vas a su casa y cuidas de él?
Espíritu Elena: Tengo quien lo hace.
Animador: ¡Ah! (bromeando) O sea que tú ya mandas...
¾Sin embargo, ella no participa de la broma:
Rubén: No, dice que le hacen el favor de hacerlo.
Animador: Porque tú estás muy ocupada, ¿verdad hija?
Rubén: ¡Sí! Dice que ahora es importante lo que hace.
Animador: Y ¿qué es lo que estás haciendo ahora, Elena?
Espíritu Elena: Les ayudo a olvidar la guerra.
Animador: Esos niños, ¿de qué guerra son?
Espíritu Elena: Son de Irak.
Animador: ¿Han muerto muchos niños allí en Irak, hija?... ¾breve silencio. Esos niños que están ahí contigo, ¿están en la Tierra o ya están en el Cielo?
Espíritu Elena: ¡Están conmigo!
Animador: ¿Se han ido al Cielo ya?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: ¿Y cuidas también de los otros niños que aún están en la Tierra?
Espíritu Elena: Hago lo que puedo. Hay otros como yo allí.
Animador: Elena, ¿qué nos puedes decir de los abuelos de Rubén? ¿Qué sabes de ellos?
¾La abuela se fue hace dos años. Sabemos que estaba en su casa cuidando de su marido. Él se fue hace seis meses.
Espíritu Elena: ¡Están muy bien!
Animador: ¿Están descansando o ya no están descansando?
Espíritu Elena: ¡Han encontrado lo que buscaban!
Animador: ¿Puedes conectar con ellos, para hablar con ellos?
Espíritu Elena: ¡No!
Animador: ¿Por qué?
Espíritu Elena: No es el momento.
Animador: Elena, ¿qué sabes de mi padre? ¿Cómo está? Porque hace mucho que no sé de él.
Espíritu Elena: ¡Descansa!
Animador: ¿Está descansando ahora? ¿Está en el hospital?
¾Mi padre se fue dos meses antes que Elena. Ya hemos hablado con él; una vez lo hizo con mi esposa durante un curso de Hemy-Sinc y  otras dos veces conmigo mediante “El vuelo de la mariposa” ¾una a través de una señora, en la que  me agradecía la ayuda que le estaba prestando con mis consejos y oraciones. Y otra en una experiencia mía, en la que le vi muy contento haciéndose una casa y cuidando una huerta. Suponía que el proceso del “descanso” ya lo habría pasado, sin embargo, por lo que nos está diciendo Elena, esto no ha sido así.
Rubén: Está tumbado.
Animador (dirigiéndome a Rubén): ¿Le estás viendo tú?
¿Se lo puedes mostrar a Rubén? ¿Podemos hablar con él?
Rubén: No habla con nadie. ¡Está tumbado! Yo le veo tumbado.
Animador: Pero cómo está ¿dormido?
Rubén: Está como muerto.
Animador: Pregunta a Elena que qué hace así.
Espíritu Elena: ¡Sólo descansa!
Animador: ¿Y cuando se despierte, qué tendrá que hacer, Elena?
Rubén: Que ella no le puede mandar hacer cosas.
Animador: Ya. Pregunto que ¿qué es lo que hará? ¿Te verá a ti?
Espíritu Elena: Espero que haga lo que yo hago.
Animador: Pero ¿él te va a ver a ti cuando se despierte?
Espíritu Elena: Sólo si quiere.
Animador: Pero él querrá verte, ¿no? Porque él te quiere ¿no?
Espíritu Elena: ¡Sí! Eso me dijo.
¾Cambiando de tema.
Animador: Elena, el otro día ¿hiciste una señal con una foto tuya en casa de Paqui? (la madre de Rubén)
Espíritu Elena: ¡Sí!, fui yo.
Animador: ¿Y qué les querías decir con esa señal?
Espíritu Elena: Que no se preocupasen. Que estoy allí.
Animador: Bueno. ¿Entonces los abuelos de Rubén; qué, ¿tienen una casa? ¿Están juntos?
Espíritu Elena: Se están conociendo.
(Se refiere a que se están conociendo a ellos mismos)
Animador: ¡Ah, muy bien! El abuelo Ángel (mi padre) ya se ha conocido, ¿no?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: Por eso ahora está descansando[1], ¿no?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: Para recuperarse.
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: Y las abuelas; la de mamá y la mía, ¿hace mucho que no las ves?
Espíritu Elena: Hace ya.
Animador: Elena el otro día nos dijiste que habías estado cambiándote de plano, que te habías elevado. Eso qué significa, que lo podamos entender. Eso ¿qué quiere decir, hija?
¾Largo silencio.
Rubén: No lo entiendo.
¾Repito la pregunta de otro modo.
Rubén: Es que el que no la entiende soy yo.
Animador: Bueno, que te lo explique. ¿Qué quiere decir que te has elevado?
Rubén: No entiendo la explicación. Me habla en otro idioma.
Animador: Dile que en qué idioma te está hablando.
Rubén: No llego al entendimiento.
Animador: ¿Se lo puedes explicar de modo que Rubén entienda qué es lo que quieres decir?
Espíritu Elena: Son cosas importantes como las que hago ahora. Todo es importante. (ver reflexión al final)
Animador: Elena, sabes que Rubén habla italiano. Fabio es italiano (Fabio es un joven que está empezando a comunicarse conmigo, pero conmigo lo hace en español. Aunque esto da lugar a nuevas dudas porque en realidad lo que creemos es que nos envían sus mensajes en forma de sentimientos y no pronuncian ninguna palabra). Podrías presentárselo para que hablara con él?
Rubén: Elena también sabe italiano.
Animador: ¿Te está hablando en italiano?
Rubén: Me habla y se ríe. ¾nos dice en esa lengua que “hoy no es posible”
Animador: Elena, puedes presentar a Rubén a Jesús?
Espíritu Elena: ¡No!, hoy sólo quería que vierais lo que estoy haciendo.
Animador: ¡Ah! O sea que estás cuidando de los niños de la guerra, ¿no?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: Muy bien. Y, ¿cómo te parece que estoy haciendo “El vuelo de la mariposa”? Lo estoy haciendo regular, bien? ¿Qué tengo que mejorar? ¿Me puedes aconsejar?
Espíritu Elena: Tú lo haces bien.
Animador: Bueno. Y tú me ayudas siempre, ¿no?
Espíritu Elena: ¡Sí!
Animador: Aunque tú no aparezcas...
Espíritu Elena: Estoy alerta.
Animador: Vale. Y no tengo que temer que se nos meta algún espíritu maligno, ¿verdad, hija?
Espíritu Elena: Siempre hay que estar al acecho.
Animador: Pero yo estoy tranquilo porque es Jesús el que quiere que yo haga esto, ¿no, hija?
Espíritu Elena: Haces bien tu trabajo.
Animador: Porque estoy confiando en Jesús plenamente.
Espíritu Elena: Él me lo dice.
Animador: ¡Vale!
Isa: Elena, el otro día ¿por qué no pudo contactar Rubén contigo? ¿Quiénes eran esos señores que iban detrás de él?
Espíritu Elena: Eran especialistas.
Isa: ¿Pero eran buenos o malos?
Espíritu Elena: Eran profesionales.
Isa: ¿Malos?
Espíritu Elena: No, era buenos, pero no les gusta que nadie se meta en su trabajo.
Animador: Pero nosotros no nos metimos. Lo que ocurrió es que de pronto Rubén estaba en un lugar del “bajo astral” Un lugar muy bajo. ¿Por qué ocurrió así? ¿Quién provocó eso? Porque Rubén quería hablar contigo.
Espíritu Elena: No estaba en condiciones de venir.
Animador: ¿Tú no estabas en condiciones de venir?
Espíritu Elena: ¡No!; Rubén.
¾Ojo al dato: “Rubén no estaba en condiciones para venir” Esto confirma que con “El vuelo de la mariposa” nos desplazamos a algún lugar en el que conectamos con ellos.
Animador: ¿Por qué?
Espíritu Elena: Ni él quería, ni nosotros tampoco.
Animador (preguntando a Rubén: ¿No querías ir?
Rubén: No tenía ganas.
Animador: Ahora tampoco tenías muchas ganas...
Espíritu Elena: Sin embargo nosotros sí queríamos ahora.
Animador: ¿Qué sabes de su profesor? ¿Qué le puedes decir a Rubén de él?
Espíritu Elena: Sigue de profesor.
Rubén: Y ¿le puedes llevar con él para que le dé un abrazo y le salude?
Espíritu Elena: ¡No!
Animador: ¿Quieres enseñarle el Paraíso?
Espíritu Elena: Está de baja forma.
Animador: Una cosa más Elena; ¿y Carolina (nombre supuesto), cómo está. Ayer hablé con su mamá. ¿cómo está Carolina?
Espíritu Elena: Está nerviosa. ¾no sé si lo dice Rubén o Elena.
Animador: ¿Quién, Elena o Carolina?
Rubén: Carolina.
Animador: ¡Ajá!, claro. Elena; parece ser que Carolina no manda señales a sus papás? ¿No sabe mandar señales?
Espíritu Elena: Hay que abrirse más.
Animador: Ellos se tienen que abrir más ¿verdad?
¾Justamente esto es lo que le dije la noche anterior a la madre de esta niña. Mi hijo, naturalmente desconocía este hecho y, tampoco sabe de la dificultad que ellos tienen para ponerse en contacto con su seres queridos del más acá, si éstos se encuentran enganchados en el sufrimiento y la desesperación.
Animador: Luego hablaré con su mamá y se lo voy a decir. Que se tienen que tranquilizar, verdad, para que su hija pueda mandarles señales.
Espíritu Elena: ¡Harías bien!, porque su hija también está nerviosa. ¡Quiere, ella quiere!
Animador: Ella quiere pero no puede. Bueno cariño... Y Carlos, mi “coleguita” ¿qué hace?
Espíritu Elena: Le gusta jugar.
Animador: ¿Está por ahí?
Espíritu Elena: No, aquí estoy yo sola con los chicos.
Animador: Bueno. Y ¿qué vas a hacer con los niños ahora cuando vuelva Rubén?
Espíritu Elena: ¡Comer! Es la hora de comer.
Animador: ¡Ah!, pero ¿tú comes?
Espíritu Elena: ¡Ellos comen!
Animador: ¡Ah! Porque llevan poco tiempo allí, ¿no?
Espíritu Elena: ¡Sí! Figúrate.
¾Por eso mismo aún creen que tienen un cuerpo físico mutilado y no querían que Rubén los viera. De hecho, él dijo al terminar la experiencia que no llegó a verlos, sino más los intuía. Esos niños aún no saben que han muerto y la función de la niña es la hacérselo saber poco a poco, de modo que no les provoque un schok mental.
Animador: Claro, acaban de ir y aún creen que tienen que comer. ¿Todavía no se han conocido a sí mismos, ¿no?
Espíritu Elena: ¡No!
Mi esposa: Elena, que Rubén se haya visto vestido de Peter Pan, ¿tiene que ver con el día que fuimos a ver a Peter Pan sobre hielo?
Espíritu Elena: ¡No! Era para que se animase, porque no quería hacerlo.
¾Después Rubén comentó que cuando terminaba la parte de la relajación, estaba casi dormido y que, sin embargo, cuando le dije que buscase un camino, se vio levantando la pierna por encima de la flor, como cuando se mete en la bañera y que desde ese momento sentía que le impulsaban hacia delante.
Animador: Bueno, a ver qué le pasa, que no lo quería hacer. A ver; regáñale o algo...
Espíritu Elena: ¡No! Estaba cansado.
Animador: Bueno, es que siempre está cansado entonces.
Espíritu Elena: ¡No son horas!
¾Nos reímos.
Animador: Bueno Elena, vamos a demostrarle a Rubén la facilidad que tenéis vosotros. Quiero que le cojas, si puedes tú sola y si no que pidas ayuda, si te lo permiten, para que puedan venir algunos otros amigos tuyos y que le llenéis de energía para que se le quite el cansancio. Después de esto, si quieres terminamos. ¿Puede ser? Se trata de que se renueve su energía para que se sienta como si acabase de dormir una sienta. ¿Puede ser?
Espíritu Elena: ¡Con tu ayuda!
Animador: ¡Vale! Yo le pongo las manos, ¿vale?
Espíritu Elena: ¡Vamos!
¾Un rato después.
Rubén: Elena se despide de mí.
Animador: Elena; ¿le vas a quitar el cansancio o qué?
Espíritu Elena: Sí, por el camino.
Animador: Ah, vale. De acuerdo.
Rubén: He salido hacia arriba.
¾Después de un largo silencio:
Rubén: Tengo que volver.
Animador: Ya no ves nada ¿no?
Rubén: ¡No!, ya no.
Animador: Pues date la vuelta y busca tu flor...

Al terminar se encontraba como si efectivamente se estuviera desperezando.
Dijo también que el hecho de que el reloj de aquella casa marcase las 13 horas cuando aquí teníamos las 17, tiene un significado. Sin embargo no pudimos dar con él.
Comentó que la niña vino con el pelo por encima de los hombros ¾como viene siempre.
Además explicó que cuando no la entendía era como si le estuviese hablando en un idioma desconocido. La explicación para esto es que lo que le estaba diciendo no era posible procesarlo a través de su mente. Era algo que iba más lejos de lo que podemos conocer. Eso es algo que ya conozco por las comunicaciones de otros seres desde el Más allá; concretamente Pierre lo comenta varias veces.



[1] A este respecto, parece ser que es algo variable. Aún no sé de qué depende. Desde luego sabemos que se descansa después del repaso de nuestra vida, después del juicio, siempre personal que sirve para conocernos a nosotros mismos y saber en qué tenemos que corregirnos.